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16 agosto, 2011

¿Es conveniente dar teléfonos celulares a nuestros hijos?

Desde el punto de vista de seguridad, pareciera que sí es conveniente comprarles teléfonos celulares a nuestros hijos, ya que con estos aparatos podremos comunicarnos directamente con ellos cuando están camino a la escuela o retirándose de ella; también muy útil cuando ellos están en excursiones escolares y queremos tener noticias de ellos y saber si todo marcha bien; o también cuando se desplazan lejos de casa para realizar trabajos grupales, como ocurre con frecuencia en la educación secundaria. Sobre este tema queremos referirnos y dejar a su criterio qué es lo mejor según su perspectiva.
Actualmente en el mercado existen diversas marcas de teléfonos celulares que están apostando por el mercado juvenil e infantil porque no decirlo. Cada vez con mayor frecuencia vemos en la publicidad impresa y en Internet, avisos gráficos mostrándonos modelos de celulares muy llamativos y coloridos, además de resistentes y con tecnología de punta orientados a la seguridad y rapidez en la comunicación.
En el caso de la seguridad ya existen celulares con tecnología GPS que permiten ubicar geográficamente a los jóvenes que usan estos aparatos y saber si por ejemplo se encuentran en lugares peligrosos, pudiéndolos alertar, o simplemente para saber “por dónde andan”. Además, estos equipos cuentan con llamadas de un solo toque, es decir, al presionar un solo botón podrán llamar a los teléfonos vinculados entre otras características.

¿Pero qué edad debe tener mi hijo(a) para darle un celular?


La respuesta es muy complicada la verdad. Algunos padres optan por un rechazo a dar celulares a niños o adolescentes y optan a comprarles estos aparatos ya cuando están en la secundaria y/o en edad de estudios superiores. De otro lado están los padres más precoces que entregan celulares a sus menores hijos incluso en la primaria, pero claro está, orientándolos en el uso adecuado de estos aparatos para no distraerse dentro del colegio.
Desde nuestro modo de ver, la edad que deba tener su hijo(a) para el uso responsable de un teléfono móvil, dependerá mucho de grado de instrucción y valores que usted le brinda al interior de su hogar, pues es probable que un niño de 9 años educado en casa con buenos valores y alto grado de responsabilidad en sus actos, podrá usar de mejor forma un celular y solo en los momentos adecuados para comunicarse con sus padres. En contraparte un teléfono móvil puesto en las manos de un adolescente que no tiene una buena guía en casa y mucho menos los valores muy bien cimentados, probablemente usaría el teléfono celular para malgastar el tiempo y distraer en otras actividades “comunicativas” el verdadero propósito por lo que los padres le compraron el celular.
Definitivamente, la idea de mantener comunicados a nuestros menores hijos, sobre todo cuando ellos ya deben tener su propio espacio y cierta independencia de sus actos, hacen que los padres atraviesen por tremendos dolores de cabeza. No todo el tiempo se puede estar junto a ellos, pues deben crecer y ganar experiencia en la vida.
Sin embargo, gracias a la tecnología y los avances en los teléfonos celulares, podría existir un aliciente para los padres para no perder contacto con sus menores hijos y de contactarlos con una simple llamada.
Celular con GPS integrado en el siguiente vídeo:



Teléfonos celular para niños



Fuente peruenvideos.com 


Celulares: La muerte de la conversación 


Por fin alguien lo hizo! Acabo de leer en internet, que a la entrada de algunos restaurantes europeos les decomisan a los clientes sus teléfonos celulares. Según la nota, se trata de una corriente de personas que busca recobrar el placer de comer, beber y conversar sin que los ring tones interrumpan, ni los comensales den vueltas como gatos entre las mesas mientras hablan a gritos.

La noticia me produjo gran placer. Personalmente, ya no recuerdo lo que es sostener una conversación de corrido, larga y profunda, bebiendo café o chocolate, sin que mi interlocutor me deje con la palabra en la boca, porque suena su celular. En ocasiones es peor. Hace poco estaba en una reunión de trabajo que simplemente se disolvió porque tres de las cinco personas que estábamos en la mesa empezaron a atender sus llamadas urgentes por celular. Era un caos indescriptible de conversaciones al mismo tiempo.

Gracias al celular, la conversación se está convirtiendo en un esbozo telegráfico que no llega a ningún lado. El teléfono se ha convertido en un verdadero intruso. Cada vez es peor. Antes, la gente solía buscar un rincón para hablar. Ahora se ha perdido el pudor. Todo el mundo grita por su móvil, desde el lugar mismo en que se encuentra.

La batalla, por ejemplo, contra los conductores que manejan con una mano, mientras la otra, además de sus ojos y su cerebro se concentran en contestar el celular, parece perdida. Aunque la gente piensa que puede hablar o escribir al tiempo que se conduce, hay que estar en un accidente causado por un adicto al teléfono para darse cuenta de que no es así.

No niego las virtudes de la comunicación por celular. La velocidad, el don de la ubicuidad que produce y por supuesto, la integración que ha propiciado para muchos sectores antes al margen de la telefonía. Pero me preocupa que mientras más nos comunicamos en la distancia, menos nos hablamos cuando estamos cerca.

Me impresiona la dependencia que tenemos del teléfono. Preferimos perder la cédula profesional que el móvil, pues con frecuencia, la tarjeta sim funciona más que nuestra propia memoria. El celular más que un instrumento, parece una extensión del cuerpo, y casi nadie puede resistir la sensación de abandono y soledad cuando pasan las horas y este no suena. Por eso quizá algunos nunca lo apagan. ¡Ni en cine! He visto a más de uno contestar en voz baja para decir: “Estoy en cine, ahora te llamo”.

Es algo que por más que intento, no puedo entender. También puedo percibir la sensación de desamparo que se produce en muchas personas cuando las azafatas dicen en el avión que está a punto de despegar que es hora de apagar los celulares. También he sido testigo de la inquietud que se desata cuando suena uno de los timbres más populares y todos en acto reflejo nos llevamos la mano al bolsillo o la cartera, buscando el propio aparato.

Pero de todos, los Blackberry merecen capítulo aparte. Enajenados y autistas. Así he visto a muchos de mis colegas, absortos en el chat de este nuevo invento. La escena suele repetirse. El Blackberry en el escritorio. Un pitido que anuncia la llegada de un mensaje, y el personaje que tengo en frente se lanza sobre el teléfono. Casi nunca pueden abstenerse de contestar de inmediato. Lo veo teclear un rato, masajear la bolita, y sonreír; luego mirarme y decir: “¿En qué íbamos?”. Pero ya la conversación se ha ido al traste. No conozco a nadie que tenga Blackberry y no sea adicto a éste.

Alguien me decía que antes, en las mañanas al levantarse, su primer instinto era tomarse un buen café. Ahora su primer acto cotidiano es tomar su aparato y responder al instante todos sus mensajes. Es la tiranía de lo instantáneo, de lo simultáneo, de lo disperso, de la sobredosis de información y de la conexión con un mundo virtual que terminará acabando con el otrora delicioso placer de conversar con el otro, frente a frente.

Britney Spears castigada: no más teléfono celular 


Como muchos de nosotros sabemos, la cantante Britney Spears ha estado bajo tutela legal de su padre, Jamie, desde el año 2008, luego de una serie de episodios que determinaron que lo conveniente era que alguien se encargara de seguir de cerca sus pasos, controlar su patrimonio, etc.
Pero Spears, de casi 30 años, lejos de hacer méritos para "ganarse" nuevamente su total emancipación, sigue portándose mal. Y, esta vez, el catigo fue: no más teléfono celular para la Princesa del Pop.
¿Qué hizo Britney ahora?
Algunos recordarán que, hace aproximadamente un mes, la cantante le envió mensajes subidos de tono y fotos hot a su ex guardaespaldas Fernando Flores. Éste no tuvo una respuesta muy amigable, todo lo contrario. Las fotos fueron la gota que rebalsó el vaso, y Flores no dudó en demandar a Spears por ésa y otras conductas de la diva, que en la causa fueron denominadas como acoso sexual.
Al parecer, este episodio fue el detonante para que el padre de Britney Spears tomara las riendas del móvil de la chica. No vaya a ser cosa de que un domingo por la tarde, por ejemplo, la cantante esté aburrida y empiece a mandarle fotos íntimas a sus otros empleados.
En un momento se dijo que Britney no estaba en condiciones de hacerse cargo de sus hijos. Pues bien, ahora parece que la Princesa del Pop tampoco puede hacerse cargo de su propio teléfono móvil.
¡Ooops, Britney, lo hiciste de nuevo!

Fuente alfombrarosa.com 

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